En estos días se sabe que el bebé recibe estímulos sonoros ya desde el vientre materno y también recibe las reacciones emocionales de su mamá frente a ellos. La mamá escucha música y ella genera respuestas que llegan al bebé por medio del líquido amniótico y de sus contacto emocional pre natal.
A partir de las 24 semanas de gestación aproximadamente, el bebé tiene ya desarrollado su sistema auditivo. Esto le permite además escuchar la voz de su madre, el latido de su corazón, además de algunos sonidos. Por ello apenas días del nacimiento puede reconocer su voz, su frecuencia cardíaca y tranquilizarse al re encontrarse con estos sonidos y con otros tan frecuentes durante el embarazo.
Es entonces desde ese la semana 24, que el bebé está preparado para la estimulación musical y así despertarlo y favorecer sus movimientos.
Por otro lado se ha comprobado que los bebés que están en contacto con música clásica, serán niños más creativos y motivados, capaces de lograr una alta concentración y retención de información de gran ayuda para la vida adulta. La música entonces despierta la capacidad de disfrute, mejora la capacidad de concentración y la creatividad, desarrolla la sensibilidad y ejercita la memoria y algo muy importante, genera en el niño recursos de expresión.
Como vemos la música es una aliada en la estimulación del bebé.
- La música ayuda a anticipar, organizar y sincronizar el movimiento.
- La música estimula al niño a moverse y lograr mayor coordinación de sus movimientos.
- Tiene la capacidad de sensibilizar al niño.
- Fomenta la atención y la concentración.
- La música desarrolla la memoria y el sentido del orden lógico, ya que toda canción o melodía tiene una secuencia.
- La música estimula la imaginación.
- La música tiene efectos positivos en las emociones, abre las puertas a disfrutarla.
- Favorece la comunicación y la expresión de sentimientos.
Es hermoso compartir con el bebé un momento de conexión y de compartir a través de la música. Esta experiencia puede acompañar el desarrollo desde el embarazo, y toda la vida!
Por Marisa Russomando, Mundo Mamá
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